Gustavo Carrasco

Nació en Santiago el 5 de agosto de 1907.

Muere en Santiago en el 10 de mayo 1999.

En 1921 recibe clases de dibujo particulares del pintor Onofre Jarpa.

En 1925 estudia dibujo como alumno libre en la Pontificia Universidad Católica bajo la dirección del maestro Pedro Reszka. En ese mismo año por encargo de la Universidad Católica, Carrasco Délano pinta un mural de Santo Tomás de Aquino ubicado en la Capilla de su Casa Central.

En el año de 1927 ingresa a la Escuela de Bellas Artes. Sus maestros fueron el pintor francés Ricardo Richon Brunnet y el maestro ruso Boris Grigoriev. Con motivo del centenario del diario El Mercurio realiza las ilustraciones del suplemento de aniversario.

En 1928 participa en el "Segundo Concurso del Centro de Bellas Artes", exhibido en la Sala Chile del Museo de Bellas Artes. A propósito de la premiación de éste certamen es que se seleccionarían 26 artistas chilenos (pintores y escultores) quienes posteriormente serían enviados a realizar estudios en Europa, originándose de este modo la formación de la llamada "Generación del ‘28".

En 1929 es becado por el Gobierno de Chile para realizar estudios de dibujo y grabado en Europa. En París frecuenta las Academias libres de "La Grande Chaumière" y "Colarossi". La nómina de artistas becados que constituyeron la "Generación del ‘28" es la siguiente: Totila Albert, Julio Ortiz de Zárate, Jorge Madge, Camilo Mori, Isaís Cabezón, Emilia Ladrón de Guevara, Julio Antonio Vásquez, Luis Vargas Rosas, Oscar Millán, Graciela Aranís, Héctor Banderas, Gustavo Carrasco, María Valencia, René Mesa, Héctor Cáceres, Teresa Miranda, Laura Rodig, Armando Lira, Laureano Guevara, Abelardo Bustamante, Roberto Humeres, Augusto Eguiluz, Ignacio del Pedregal, Inés Puyó, Rafael López y Marcial Lema. Afines a esta generación son las artistas Herminia Arrate y Elmina Moisan.

En 1930 viaja a Berlín, y junto a los pintores Héctor Cáceres e Isaías Cabezón ingresan a la "Kunstgewerbe und Handwerker Schule", donde realiza cursos de artes gráficas y grabado. A pedido del Gobierno de Chile, realiza dos copias de pinturas clásicas en el "Kaiser Friedrich Museum", destinadas al Museo de Bellas Artes.

Entre los años 1935 y 1946 trabaja como dibujante e ilustrador para la Editorial Zig – Zag.

En 1937 en la Editorial Zig – Zag realiza las portadas de la colección Biblioteca de Escritores Chilenos, elegidos por Hernán Díaz Arrieta.

En 1938 es nombrado profesor auxiliar en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile.

En 1939 participa en una exposición colectiva de artistas chilenos en Los Angeles, California, USA.

En 1940 obtiene el primer lugar en la Exposición de Arte Chileno en Buenos Aires, Argentina.

En 1942 es nombrado profesor titular de la Cátedra de Dibujo de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile.

En el año 1943 en el Salón Oficial obtiene la Medalla de Honor en la categoría dibujo.

En 1944 participa en una exposición colectiva de artistas chilenos en Río de Janeiro, Brasil.

En 1946 participa en una exposición colectiva de artistas chilenos en Bogotá, Colombia.

En 1948 participa en una exposición colectiva de artistas chilenos en Lima, Perú.

En 1951 participa en la exposición de pintura de la Bienal de Sâo Paulo, Brasil.

En 1969 jubila de su cargo de Profesor Titular de Dibujo de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile.

Entre los años 1970 y 1972 permanece en Paris, Francia.

En 1974 realiza las ilustraciones para "La Batalla de la Concepción" del escritor Jorge Inostroza.

 

"Entre los demás trabajos, me llaman la atención una gitana, del señor Carrasco Délano, un novicio con talento, con mucho talento de colorista, pues posee una paleta ardiente y una manera sencilla y briosa de pintar. Hay en él toda una esperanza. Además de las gitanas, una cabeza maciza de hombre colocada en medio de mucho aire, con bastante carácter".

Nathanael Yañez Silva,
"Segundo Concurso del Centro de Bellas Artes".
En "El Diario Ilustrado", 22 de febrero de 1928.

"(…) sólo de vez en cuando solía ver a mi amigo (Héctor) Cáceres; sin embargo, de lejos nos llegaban sus noticias. Como otro de mis amigos pintores estaba pensionado en Europa y vivía en el invierno azul de París, deambulando por el fino boulevard de los atardeceres. Frecuenta la Academia "Colarossi" y la "Grand Chaumiere", como alumno libre; en Alemania fue alumno de la "Kunzquerwerbe Schule", como también de una academia libre de dibujo. Su estada en Berlín duró diez meses; fueron aceptados junto con Gustavo Carrasco Délano, otro amigo de cuidado, a quien mucho quiero y aprecio como artista valioso; digo que asistían como alumnos a una de las Escuelas de Artes Gráficas, situada en un simpático barrio obrero del este de Berlín. Está ahora hablando el silencioso Héctor Cáceres, mientras Gustavo Carrasco Délano me mira con sus ojos de demonio pensativo…".

Waldo Vila,
"Héctor Cáceres",
en "Una Capitanía de Pintores".

"(Gustavo Carrasco) Imparte, con luces de eximio, la docencia en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile entre los años 1938 y 1969. Impregna en varias generaciones sus conocimientos y concepciones del valor de la línea, ejercitándolas en dibujos académicos, croquis, bocetos, aguatintas y estudios de yesos, objetos y modelos naturales.

Obra poco divulgada y conocida, refugiada en su taller por exigencia personal, es adherente a la contemporaneidad en todo momento. Lo atestiguan portadas de los años treinta y recientes apuntes tomados en París, en los setenta. Dos modalidades, épocas distintas, circunstancias diferentes, pero un solo valor: calidad y resolución plástica en la práctica del dibujo".

Enrique Solanich,
en "Dibujo y Grabado en Chile".

"Gustavo Carrasco (1906) une el rigor cézanniano en la construcción del cuadro, un dibujo ágil y un cromatismo jugoso".

Isabel Cruz de Amenábar,
"«Generación del 28». Afianzamiento de nuevas tendencias".
En "Arte: historia de la "Pintura y Escultura en Chile" desde la Colonía al S. XX".
Notas sobre la Generación del 28

"(Jean Emar) Pero, amigo, creo que estábamos hablando de pintura. Por favor piense usted algo de nuestro arte.

- (Camilo Mori) Si usted me obliga, escriba lo siguiente: estamos en el limbo, ¿la culpa?. Tal vez de la cordillera, casi digo del Santa Lucía, que si no ha dejado pasar las buenas obras, tampoco ha dejado pasar los buenos conceptos.

- (Emar) ¿Qué remedio ve usted?.

- (Mori) Primero: cerrar la Escuela de Bellas Artes. Segundo: con el dinero que allí se invierte, enviar a los pintores a Europa, no a todos, naturalmente; a los que tengan condiciones, y para saber si las tienen se hace un gran Salón, al que todos envíen y entonces un jurado elimina lo malo, selecciona lo bueno. Es muy sencillo".

Jean Emar,

"Con Camilo Mori (Entrevista publicada en La Nación,
domingo 13 de mayo de 1923)",
en "Jean Emar: Escritos de Arte (1923 – 1925)".

"Otro hecho importante en el desenvolvimiento de nuestras artes ocurre en 1928, cuando el ministro Pablo Ramírez, de destacada actuación en aquel entonces, adopta la revolucionaria medida de clausurar la Escuela de Bellas Artes, y envía al extranjero a los más destacados alumnos del plantel artístico, para que realicen estudios de perfeccionamiento y la práctica de nuevas especialidades –sujetos a contrato-, para que a su retorno al país enseñasen en la Escuela de Artes Aplicadas, recientemente creada.

Esta generación llamada "generación del año 28", no es más que la prolongación agudizada de lo propuesto por el "Grupo Montparnasse", pues mueve su hacer estético en las normas del impresionismo, por un lado, y el derrame casi anárquico de los "fauves"…".

Sergio Montecino,
"Breve reseña histórica de la pintura en Chile",
en "Pintores y Escultores de Chile".

"La polémica y la controversia llegaron a su punto culminante a fines de la década del 20. Un grupo de artistas, entre los que se encontraban Herminia Arrate, Héctor Banderas, Ana Cortés, Gustavo Carrasco, Jorge Caballero, Héctor Cáceres, Marco A. Bontá, Hernán Gazmuri, Inés Puyó, María Tupper, se presentaron en el Salón de 1928, provocando encendidos comentarios entre los partidarios de la pintura oficial (…)

Con el Salón de 1928 llegaban a su punto máximo los desacuerdos entre los partidarios de una concepción artística dogmática en sus ideas y aferrada al pasado, y los que, sin protección ni garantía de ningún tipo, buscaban nuevas conquistas plásticas, evitando la repetición monocorde de temas y técnicas que en nada contribuían al desarrollo de la imaginación y de la capacidad creadora.

En los partidarios de la primera posición pesaba con fuerza la visión naturalista, mitigada, sólo en parte, por las corrientes innovadoras, aunque asimiladas muy tardíamente. Ésta actitud condujo a muchos pintores a un verdadero eclecticismo: la obra fue el resultado de una sumatoría de estilos y técnicas diversas. A una armazón académica que hundía sus raíces en el Neoclasicismo, se añadían revestimientos temáticos tomados del Romanticismo y tratados con una técnica derivada del Impresionismo.

Lamentablemente, quienes solidarizaban con esta actitud no quisieron arriesgarse o, quizás, no estaban conscientes de que el arte es siempre un riesgo. Los pintores naturalistas, al adherir a los estereotipos, cayeron en la monotonía de una pintura sin horizontes: basta mirar un cuadro para formarse una idea de todo el conjunto.

La consecuencia inmediata de esta controversia fue la intervención del gobierno del Presidente Carlos Ibañez del Campo (1927-1931), a través del Ministerio de Instrucción Pública, representado por el ministro Pablo Ramírez. Mediante un decreto se cerró la Escuela de Bellas Artes, dejando sólo en funciones los cursos de Dibujo, y se resolvió enviar a Europa a veintiséis artistas plásticos, previamente seleccionados, de acuerdo a los objetivos señalados en dicho decreto.

Lo curioso de esta inmediata controversia es el énfasis en procurar una «enseñanza objetiva» con fines pragmáticos: equivalía a especializarse en algunas técnicas de artes aplicadas, omitiendo, implícitamente, cualquiera experiencia en torno a la pintura o a la escultura. Pronto se vería que estos propósitos sólo se conseguirán parcialmente, ya que los artistas becados no se sustrajeron a las influencias de pintores y escultores europeos: muchos quedaron marcados por la Escuela de París (…)

Durante el período más crítico de la pugna entre los partidarios de la tradición y defensores del modernismo, se produjeron algunos hechos de enorme trascendencia en relación con el futuro institucional de la enseñanza artística.

En el año 1929, por Decreto Supremo, la Escuela de Bellas Artes que, transitoriamente, había dependido del Ministerio de Instrucción Pública, pasó a depender de la Universidad de Chile. Se constituyó en Facultad, conjuntamente con la Escuela de Artes Aplicadas y el Conservatorio Nacional de Música. Se denominó Facultad de Ciencias y Artes Aplicadas hasta 1948, año en que pasó a llamarse Facultad de Bellas Artes (…)

Con mayores o menores vicisitudes, la Facultad de Bellas Artes se ha transformado en el centro de enseñanza artística más importante de Chile. De sus talleres y aulas han egresado destacados artistas en las especialidades de pintura, escultura y grabado".

Milan Ivelic y Gaspar Galaz,
"El Salón de 1928" y "La Superación de la crisis",
en "La Pintura en Chile: desde la Colonia hasta 1981".

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