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La caja Cámara Negra
El Vestíbulo de la Caja Negra
Como contar una Historia

I.

¿Dónde acaba el espectáculo y comienza el gesto de arte?
¿En qué dimensión los conjuros tejen efectos de realidad?

2.

¿Cuál es el límite donde el simulacro deja a la mirada escurrir hacia aquello
que ninguna parafernalia es capaz de explicitar abiertamente en escena?

3.

El espectáculo oculta lo que quiere presentar. Es el necesario exceso desplegado
por aquella fuerza que pulsa en obra, y también, la trampa para la mirada tangencial
que da con sus grietas, sus señas no controladas, esas que nos sitúan en el umbral
de una dimensión donde se pierden las coordenadas, pervirtiendo la razón.

4.

En el origen de la obra gobierna la opacidad. En el gesto también. Los procedimientos vienen a ser los conjuros mágicos que se necesitan para la experiencia de vislumbrar y dejar vislumbrar su envergadura, o al menos la noción de ésta.

5.

Confuso panorama en tiempos de simulacros, tiempos en que han proliferado seductoras escenificaciones de fórmulas aprendidas, que complacen los mecanismos de la mirada
con su vana transparencia al alero de los siempre huidizos términos del arte.

6.

¿Quiénes son los que se entregan a la opacidad abismal de sus propias obsesiones, simplemente para rodear aquel núcleo indivisible que los mantiene en tensión, trabajando en el lenguaje que atrapa y configura la oblicua mirada?

7.

¿Cómo se distingue al interior del espectáculo la puesta en escena de la obra,
de la puesta en escena de la escena?

PAULA HONORATO
Lic. en Estética P.U.C.
Codirectora de CAJA NEGRA